Para ser un deporte, el baloncesto es relativamente matemático. El Real Madrid dominó la eliminatoria porque su bloque es mejor que el malaguista: así de simple, así de complejo, porque para que la ecuación se cumpliera medió mucho esfuerzo y un muestreo de talento notable y frecuente. Ciertamente, el Unicaja es un equipo batallador y brillante en muchos momentos, pero el peso específico blanco es más denso. Pudimos comprobarlo en el último cuarto, cuando el encuentro se solventaba y los blancos decidieron que no querían un quinto partido en Madrid.
Ahí, la serie se definió por los principios. A los de Málaga les gusta el bullicio, al contrario que al Madrid, que muestra su mejor cara cuando impone un orden dinámico. Entonces, la brillantez de Hezonja, la facilidad anotadora de Musa y la rapidez avispada de Campazzo sobresalen en el parqué. Y así, el equipo blanco deviene en una máquina sin apenas resquicios; porque, además, tiene una pieza que sostiene el entramado: Tavares.
El Real Madrid dominó la eliminatoria porque su bloque es mejor que el malaguista: así de simple, así de complejo, porque para que la ecuación se cumpliera medió mucho esfuerzo y un muestreo de talento notable y frecuente
El caboverdiano, el gigante de Maio, compensa cualquier fallo, convierte su zona en inexpugnable, y, cuando está tranquilo, se mueve con soltura en ataque. Ayer, cambió su disposición en el último cuarto, su rostro se tornó serio, y su juego, maquinal. Con su presencia en la zona y la presión exterior, el Madrid maniató a los unicajistas, impotentes, y cuando un equipo se siente seguro en defensa, esta seguridad se transporta al ataque.
El Unicaja no bajó nunca los brazos porque nunca lo hace, equipo coriáceo, bien avenido con jugadores que transmiten energía, y una afición generosa y agradecida. Por desgracia, el grupo se rompe. Ya nada volverá a ser igual para ellos, pero la despedida con su público, con algunos seguidores y baloncestistas llorando, con niños y adultos en pie, aplaudiendo sin cesar, es de las que te reconcilia con este deporte moderno, que tanto traiciona sus principios.
Otra final para el Real Madrid, que cumple una racha imponente con este formato de eliminatorias. Será la decimotercera final consecutiva —porque en 2020 no hubo play-offs— un número de mal agüero para una ráfaga augusta. El Valencia espera, más descansado que el Madrid, más imprevisible y arriesgado que el Unicaja. Señores, ¡vamos a divertirnos!
P.D. Hay encuentros que debilitan y otros que refuerzan. Chus Mateo se está reforzando…
Getty Images
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